Que difícil es esto de estar rotita por dentro, y no hallar calma para paliar los destrozos.
Y aunque venga no la recibes, acostumbrada al daño, no hay cariño ni atención que cure o sane. O sí, no me apetece saberlo.
Y si la recibes siempre con recelo, porque ¿quién va a querer arreglar el desorden que han dejado otros?, ¿quién querría enredarse en mi pelo sabiendo mis debilidades? Sabiendo que a la mínima la herida sangra, y le puede salpicar todo esto que en los malos momentos, no identificará como suyo. O sí, pero tampoco me apetece saberlo.
Y así seguimos, rotitos por dentro, aplicando la inseguridad como tirita. Que ironía. Que insalvables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario